Y esperó y esperó.
Sigue esperando. Ya lleva tanto tiempo en eso que no recuerda qué es lo que ansía con tantas ganas.
Pero ahí está. Esperando. Una palabra, un gesto, un movimiento, un sonido, una pelea, una escena, un suspiro, un beso, un apretón, un golpe...Podría ser cualquier cosa.
Y como podría ser cualquier cosa, ahora tampoco sabe si vale la pena esperar con tantas ganas. No sabe si seguir creyendo en que lo que anhela llegará. Y si llega, en una de ésas es un estupidez y habrá perdido su tiempo, esperando.
Mejor sería actuar y hacer que lo que espera suceda rápido. Sí, eso sería lo mejor. Lo malo es que no sabe qué es lo que espera. No sabe qué quiere. Eso lo mantiene paralizado.
Ahora espera para saber qué era lo que deseaba con tantas fuerzas.
Y sigue ahí. Esperando quizás qué.
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