domingo, 10 de febrero de 2008

Flores bordadas

Todos los días me levanto a las 7 en punto. Debe ser la costumbre. Me lavo la cara, me mojo un poco el pelo y me hago la partidura al lado derecho. Me lavo en la ducha, pero por partes, porque hay que ahorrar agua. "Nunca se sabe", decía mi mamá. Me saco mi camisón rosado claro y me pongo alguna de las faldas que tengo. Me gusta una negra, con pinzas, que tiene flores blanchas al final. Arriba me pongo alguna blusa. Si se nota que va a hacer calor, de manga corta, o sea, hasta el codo y si va a hacer frío, de manga larga. No uso polera, porque mi mamá decía que hay que estar vestida como una dama.

Después, prendo la tele. Mientras dan las noticias, me quejo, porque hay siempre puras tragedias. Tan malo que está el mundo de hoy. Medio cansada ya, camino lento a la cocina para preparar mi desayuno. Antes, preparaba para tres, pero ahora estoy sola. Así que la tarea es más corta: una taza de té bien cargada y un pan tostado con margarina. Sí, margarina, porque estoy a régimen, como le dicen. Llevo las cosas a la mesa y para darme un gusto me como las galletas de soda que me quedaron del día anterior. Las remojo en té. Lo hago desde que vi a mi abuela Mercedes haciéndolo. Si ella lo hacía, era porque era bueno.

Estoy sola. Miro alrededor y estoy sola. No está mi mamá para pedirme que la tape con un chal, ni mi papá para que le sirva más té. Siempre los atendí. Mis hermanos se fueron yendo de la casa uno a uno. Todos casados. Yo nunca me lo cuestioné y a nadie le pareció raro que yo hiciera mi vida en la casa, porque era bueno que hubiese alguien para cuidar a los papás.

No me imagino una vida fuera de estas paredes llenas de polvo y telarañas. Debe ser difícil y yo no pude sacar ni el cuarto básico. La profesora me retaba, porque yo era más lenta y me costaba hablar. Todavía me cuesta. Tartamudeo mucho. Incluso cuando hablo sola, para no aburrirme. Y todavía me retan. Vienen mis hermanos y me dicen que por qué tengo tanto cachureo, que no me baño y que estoy gorda. Yo no me imagino la vida sin sus retos. Debe ser porque me quieren.

Algunos días a la semana voy al centro de madres y bordo. Me enseñaron a bordar. Hago flores y mariposas, con hartos colores. Para eso sí soy buena. Después cuando estoy en la casa, a la hora que dan la teleserie, bordo mientras la veo y alego contra el hombre malo, que nadie sabe que es malo, excepto yo, porque lo veo desde fuera.

En eso me entretengo ahora que estoy sola y veo fotos y monitos de yeso. Me cuesta moverme. Me canso, porque estoy gorda. Todos me lo dicen. Me entretengo, bordando y viendo tele. Cuando bordo siento que construyo algo. Así como mis hermanos construyeron casas, matrimonios, hicieron hijos, armaron empresas... Hago algo, bordo. Y lo hago bien. También repaso una y otra vez mi vida con mi mamá y mi papá y la de los demás. Me sé todas las fechas de memoria y he visto todas las fotos que hay en la casa. Lo que repaso de mi vida sola, de ahora, son mis bordados. Me entretengo. Al final del día me pongo mi camisón y me acuesto sola, pensando en qué flor voy a bordar al otro día.