viernes, 30 de noviembre de 2007

Volviste!!!

Te sigo esperando. Te sigo recordando. Es mentira que no te voy a volver a ver. Si te veo todos los días, en la pieza, sentado viendo tele. Te veo, pero es tan rápido. Cuando vuelvo a mirar ya no estás. Trato de pasar más lento por tu puerta y no te veo tampoco. Estás jugando. ¿No quieres que sepamos que estás aquí? Que volviste. Que volviste después de todo este tiempo.

Volviste de un viaje largo, por todo el mundo. Andabas de vacaciones. Las necesitabas. Tenías que descansar, para volver a lo que más te gusta: trabajar. Y ahora regresaste. Te echábamos de menos.

Sí...yo pensé que no lo diría nunca, pero te extrañé. Me hiciste falta y cuando pensé que a lo mejor no te vería más, me dio pena y como que colapsé un poco. Qué rico que volviste, ahora vamos a ir a la playa y a comer.

Ahora vas a volver a la oficina, que es tu habitat natural. Vas a volver a firmar papeles, hacer planillas excel, ordenar números y a tener saldos positivos. Y dime por favor que aprenda a usar excel y a hacerme amiga de la gente...porque si no me lo dices, las cosas no serán como antes. Yo quiero que sean como antes, a pesar de todo. Quiero que sean como antes.

Lo único diferente ahora es que ha pasado tiempo. Me han pasado cosas. He sufrido. He hecho sufrir. Al final todo se reduce a una cosa: ahora sé cómo es vivir sin tí. Por eso, ahora que estás acá otra vez y podemos conversar y discutir y enojarnos y desenojarnos, quiero aprovechar esos momentos en los que tratas de enseñarme cosas que ya sé. Y cuando te pregunto cosas que de verdad no me interesan, sólo para darte el gusto de explicarme diez horas sobre cosas complicadas.

No pienses que esta vez te vas a poder ir a cualquier lado tan fácilmente. Te voy a psicopatear...A llamar por teléfono a cada rato. A ir a ver a la pieza cada diez minutos. A preguntarte dónde vas cada vez que tomes las llaves de la casa y te eches mil colonia.

Tú me vas a tener que aguantar no más, porque ya harto nos hiciste sufrir cuando te fuiste. Tienes que pagar. Y ese es el precio. Psicopateo puro, histericismo, depresiones, conflictos, gritos, portazos, desilusiones, desorientaciones, obsesividad, llantos, excesos y hartas cosas más que ahora vas a tener que aguantar y arreglar más encima.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Ego

Un día ella decidió escribir, pasar a palabras en un papel todo lo que viera, lo que sintiera, lo que conociera y lo que pasara por su cabeza. Quería dar cuenta de que existía y que tenía que algo que aportar al mundo, que era valiosa por alguna razón. Quería que muchas personas la leyeran, que otras simplemente hojearan sus textos y otros que por lo menos conocieran los títulos. Quería dejar algo para que generaciones futuras tuvieran alguna prueba de lo que fue su paso por este planeta. Quería que cuando los gusanos hubieran devorado ya cada célula de su cadáver, hubiese algo que dejara huella de su vida. Una extensión de sí misma para seguir existiendo.

Escribiendo podría expresar claramente todo lo que quisiera. Sólo necesitaba lápiz y papel. Era su don, su arte y se sentía orgullosa de tenerlo. Se sentía orgullosa de ver que había algo que hacía bien. Sentía que era de esos talentos que podían ayudar al resto de la humanidad a conocerse a sí misma a través de ella. Qué fuerte, pero así era. Sentía que muchas personas podían interesarse en lo que ella tenía que decir.

Terminó dándose cuenta de que no quería escribir con el propósito de prolongar su existencia y servir al resto de las personas, sino que escribía, porque quería extender su vanidad, nada más. Se odió por eso, pero desde ese día escribió con la verdad y por el motivo verdadero. Quería plasmar sus creaciones en papel para poder adorarlas y dar la oportunidad a otras personas para que hicieran lo mismo. Para que adoraran su ego y lo hicieran crecer aún más.